POR STAFF
El mundo fue testigo de un hecho histórico el pasado jueves por la tarde, cuando la tradicional fumata blanca en la Capilla Sixtina anunció la elección de un nuevo Papa: el cardenal Robert Francis Prevost, quien ha adoptado el nombre de León XIV. Con 69 años, el nuevo Pontífice es el primer agustino en asumir el papado y el primer Papa de nacionalidad peruana, con raíces familiares de ascendencia española.
Prevost era hasta ahora prefecto del Dicasterio para los Obispos, una de las oficinas más influyentes del Vaticano encargada de supervisar y seleccionar a los obispos en todo el mundo, cargo al que fue nombrado por el Papa Francisco en 2023.
Tras su elección, distintas reacciones internacionales no se hicieron esperar. El Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) emitió un comunicado en el que felicitó al nuevo Papa y expresó su esperanza de que continúe el legado de Francisco en la defensa de los pueblos oprimidos. En su declaración, recogida por el diario Filastín, Hamás pidió al nuevo Pontífice que mantenga una postura activa contra lo que denominan “genocidio y limpieza étnica” en Gaza.
En la misma línea, la Autoridad Palestina también saludó la elección de León XIV, destacando las históricas relaciones entre el Estado de Palestina y la Santa Sede. El presidente Mahmud Abbas, mediante un comunicado difundido ante la misión palestina en la ONU, resaltó “el papel moral, religioso y político de la Santa Sede en el respaldo a las causas justas, especialmente la causa del pueblo palestino y su derecho a la libertad y la independencia”.
La comunidad católica internacional ahora dirige su atención al nuevo Pontificado, que comienza bajo una fuerte carga simbólica: un Papa latinoamericano, con formación agustiniana, y con un legado inmediato marcado por la cercanía a las causas sociales y la promoción de la paz que caracterizó a su predecesor.
